Doctrina Cat贸lica
De acuerdo a las ense帽anzas cat贸licas, el
Purgatorio (Lat., "purgare", limpiar, purificar) es un lugar o condici贸n
de castigo temporal para aquellos que, dejando esta vida en gracia de
Dios, no est谩n completamente libres de faltas veniales, o no han pagado
completamente a satisfacci贸n sus trasgresiones.
La
creencia de la Iglesia en relaci贸n al purgatorio est谩 claramente
expresada en el Decreto de Uni贸n, producto del Concilio de Florencia
(Mansi, t. XXXI, col. 1031), y en el decreto del Concilio de Trento
(Sexx. XXV) que define: " Donde la Iglesia Cat贸lica, instruida por el Esp铆ritu Santo,
ha ense帽ado en concilios y recientemente en este s铆nodo ecum茅nico,
(Ses. VI, cap. XXX; Sess. XXII, cap II, III) de las Sagradas Escrituras y la antigua tradici贸n de los Padres,
que existe un purgatorio, y que las almas que est谩n all铆 son ayudadas
por los votos de los creyentes, pero principalmente por el aceptable
Sacrificio del Altar;
El santo s铆nodo impone a los obispos
que con diligente esfuerzo tengan en mente la doctrina de los Padres en
los concilios en relaci贸n al purgatorio ense帽ado en todas partes y
predicado, sostenido y cre铆do por los creyentes" (Denzinger,
"Enchiridon", 83).
La
Iglesia no va m谩s all谩 en sus definiciones, sino que deben ser
consultadas la tradici贸n de los Padres y la escol谩stica para explicar
las ense帽anzas de los concilios, y para dejar clara la creencia y las
pr谩cticas de los creyentes.
Castigo Temporal
Ese
castigo temporal se debe al pecado, incluso despu茅s que el pecado mismo
haya sido perdonado por Dios, lo que es claramente la ense帽anza de las
Escrituras. Sin dudas, Dios sac贸 al hombre de su primera desobediencia y
le dio el poder de gobernar sobre todas las cosas (Sab. 10,2), aunque
a煤n lo conden贸 a "comer el pan con el sudor de su frente" hasta que
vuelva al polvo. Dios perdon贸 la incredulidad de Mois茅s y de Aar贸n, pero en castigo los mantuvo lejos de "la tierra prometida" (Num. 20,12). El Se帽or alej贸 el pecado de David
pero la vida del ni帽o fue confiscada porque David hizo que los enemigos
de Dios blasfemaran Su Santo Nombre (2 Reyes 12,13-14). Tanto en el
Nuevo como en el Antiguo Testamento,
el acto de dar limosna y el ayuno y en general los actos penitentes son
los frutos rea帽es del arrepentimiento (Mt. 3,8; Lc. 17,3; 3,3). Todo el
sistema penitencial de la Iglesia da testimonio de la presunci贸n
voluntaria de hacer obras penitentes como siempre parte del verdadero
arrepentimiento y el Concilio de Trento
(Ses. XVI, can XI) nos recuerda la creencia que Dios no siempre remite
todo el castigo debido al pecado junto con la culpa. Dios requiere
satisfacci贸n y castigar谩 el pecado, y esta doctrina involucra como
consecuencia necesaria la creencia que el pecador al fallar en hacer
penitencia en esta vida, puede ser castigado en la pr贸xima y as铆 no ser
alejado eternamente de Dios.
Pecados Veniales
Todos
los pecados veniales no son iguales ante Dios, ni tampoco se atreva
alguien a afirmar que las faltas diarias de la flaqueza humana ser谩n
castigadas con la misma severidad que se otorga a las serias violaciones
a la ley de Dios. Por otro lado, quien sea que comparezca ante la
presencia de Dios debe estar perfectamente puro porque en el sentido m谩s
estricto Sus "ojos son demasiado puros para contemplar el mal" (Hab.
1,13). La Iglesia siempre ha ense帽ado la doctrina del purgatorio para el
pago a trav茅s de castigo temporal por los pecados veniales debidos y no
arrepentidos al momento de la muerte. Tan profunda era la creencia
enraizada en nuestra humanidad com煤n que fue aceptada por los jud铆os y,
al menos en forma solapada por los paganos mucho tiempo antes del advenimiento del cristianismo. ("Aeneid," VI, 735 sq.; S贸focles, "Antigona," 450 sq.).
Errores
San Epifanio
(haer., LXXV, P.G., XLII, col. 513) reclamaba que Acrius (siglo cuarto)
ense帽aba que las oraciones por los muertos no eran de ning煤n beneficio.
En la Edad Media, la doctrina del purgatorio fue rechazada por los albigenses, valdenses y husitas. San Bernardo
(Serm. LXVI en Cantic., P. L. CLXXXIII, col. 1098) declara que el
llamado "Apostolici" niega el purgatorio y la utilidad de las oraciones
por los que se hab铆an ido. La posici贸n griega ha levantado mucha
discusi贸n sobre el tema del purgatorio. Pareciera que la gran diferencia
de opini贸n no est谩 en relaci贸n a la existencia del purgatorio sino en
relaci贸n a la naturaleza del fuego del purgatorio; a煤n as铆, Santo Tom谩s de Aquino prueba la existencia del purgatorio en su disertaci贸n contra los errores de los griegos y el Concilio de Florencia. Tambi茅n consider贸 necesario afirmar la creencia de la Iglesia sobre el tema (Bellarmino,
"De Purgatorio," lib. I, cap. I). La Iglesia Ortodoxa moderna niega el
purgatorio, aunque es bastante inconsistente en su forma de plantear su
creencia.
Al principio de la Reforma hab铆a algo de duda
especialmente por parte de Lutero (Disputas de Leipzig) en relaci贸n a
si la doctrina deb铆a mantenerse, pero en la medida que la brecha crec铆a,
la negaci贸n del purgatorio por los reformistas se torn贸 en idea
universal y Calvino
nombr贸 la posici贸n cat贸lica como "exitiale commentum quod crucern
Christi evacuat... quod fidem nostram labefacit et evertit"
(Institutiones, lib. III, cap. v, 6). Los protestantes
modernos, mientras evitan el nombre purgatorio, frecuentemente ense帽an
la doctrina del "estado medio" y Martensen ("Dogm谩ticos Cristianos,"
Edimburgo, 1890, p. 457) escribe: "Como ninguna alma
deja la presente existencia en un estado total y completamente
preparado, debemos suponer que existe un estado intermedio, un reino de
desarrollo progresivo (?) donde las almas son preparadas para el juicio
final"(Farrar, "Piedad y Juicio," Londres, 1881, cap. iii).
Pruebas
La
doctrina cat贸lica del purgatorio supone que algunos mueren con peque帽as
faltas de las cuales no hubo verdadero arrepentimiento, y tambi茅n del
hecho que la pena temporal debida al pecado no est谩 completamente pagada en esta vida. Las pruebas de la posici贸n cat贸lica, ambas, en las Escrituras y en la Tradici贸n,
est谩n atadas tambi茅n con la pr谩ctica de orar por los muertos. Pero ¿
por qu茅 orar por los muertos si no hubiera la creencia en el poder de la
oraci贸n para proporcionar consuelo a aquellos quienes a煤n est谩n excluidos de ver a Dios?.
Esta posici贸n es tan cierta que las oraciones por los muertos y la
existencia de un lugar de purgaci贸n son mencionadas conjuntamente en los
m谩s antiguos pasajes de los Padres,
los cuales alegan razones para auxiliar a las almas que ya partieron.
Aquellos que se han opuesto a la doctrina del purgatorio han confesado
que las oraciones por los muertos
podr铆an ser el argumento sin respuesta si la doctrina moderna del
"juicio particular" hubiese sido asumida en los primeros tiempos. Pero,
basta con leer los testimonios alegados de m谩s adelante para sentirse
seguro que los Padres hablan, con el mismo aliento, de ofrendas a los
muertos y de un lugar de purga;
Y basta con consultar la evidencia encontrada en las catacumbas
para sentirse igualmente seguro que la all铆 expresada fe cristiana,
abraza claramente la creencia en el juicio inmediatamente despu茅s de la
muerte. Wilpert ("Roma Sotteranea," I, 441) entonces concluye en el
cap铆tulo XXI, "Che tale esaudimento", etc.,
"Se
ha intercedido por el alma de los amados que han partido y Dios ya
escuchado las oraciones, y el alma ha pasado a un lugar de luz y
frescura" "Seguramente", Wilpert agrega, "tal intercesi贸n no tendr铆a
lugar si el asunto fuera sobre el juicio final y no sobre el
particular".
Bastante se ha tratado el tema de la objeci贸n que los antiguos
cristianos no ten铆an un concepto claro del purgatorio y que pensaban que
las almas que part铆an se manten铆an en incertidumbre de salvaci贸n
hasta el 煤ltimo d铆a; y, consecuentemente oraban por aquellos que se
hab铆an ido antes, y que pudieran, en el juicio final, escapar incluso
los eternos castigos del infierno.
Las tradiciones cristianas m谩s antiguas son bien claras en cuanto al
juicio particular y, m谩s claramente en relaci贸n a la aguda distinci贸n
entre purgatorio e infierno. Los pasajes mencionados como referentes al
auxilio del infierno no pueden desalinear la evidencia entregada m谩s
abajo. (Bellarmino, "De Purgatorio," lib. II, cap. v). En relaci贸n al
famoso caso de Trajano, el cual fue debatido por los Doctores de la Edad Media, ver Belarmino, loc. Cit., cap. Viii.
Antiguo Testamento
La tradici贸n de los jud铆os est谩 clara y precisamente establecida en la II Macabeos. Judas, comandante de las fuerzas de Israel "reuni茅ndolos...envi贸 doce mil dracmas de plata a Jerusal茅n para ofrecer en sacrificio por los pecados de los muertos, pensando bien y religiosamente en relaci贸n a la resurrecci贸n
(porque si 茅l no esperara que aquellos que fueron esclavos pudieran
levantarse nuevamente, habr铆a parecido superfluo y vano orar por los
muertos). Y, porque consider贸 que aquellos que se han dormido en Dios
tienen gran gracia
en ellos. "Es por lo tanto, un pensamiento sagrado y saludable orar por
los muertos, que ellos pueden ser librados de los pecados" (2 Mac.
12,43-46). En los tiempos de los Macabeos los l铆deres del pueblo de Dios
no ten铆an dudas en afirmar la eficiencia de las oraciones ofrecidas por
los muertos para que aquellos que hab铆an partido de 茅sta vida
encuentren el perd贸n por sus pecados y esperanza de resurrecci贸n eterna.
Nuevo Testamento
Hay varios pasajes en el Nuevo Testamento que apuntan a un proceso de purificaci贸n despu茅s de la muerte. Es por esto que Jesucristo declara (Mt. 12,32) "Y quien hable una palabra contra el Hijo del Hombre,
ser谩 perdonado: pero aquel que hable una palabra contra el Esp铆ritu
Santo, no ser谩 perdonado ni en este mundo ni en el que vendr谩". De
acuerdo a San Isidoro de Sevilla
(Deord. creatur., c. XIV, n. 6) estas palabras prueban que en la
pr贸xima vida "algunos pecados ser谩n perdonados y purgados por cierto
fuego purificador". San Agust铆n
tambi茅n argumenta "algunos pecadores no son perdonados ni en este mundo
o en el pr贸ximo "que a algunos pecadores no se les perdonar谩n sus
faltas ya sea en este mundo o en el pr贸ximo no se podr铆a decir con
verdad a no ser que hubieran otros (pecadores) quienes, aunque no se les
perdone en esta vida, son perdonados en el mundo por venir." (De Civ.
Dei, XXI, XXIV). Gregorio el Grande (Dial., IV, XXXIX) hace la misma interpretaci贸n; San Beda (comentario sobre este texto); San Bernardo (Sermo LXVI en Cantic., n.11) y otros eminentes te贸logos escritores.
Un nuevo argumento es dado por San Pablo
en 1 Cor. 3,11-15: " Pues nadie puede cambiar la base; ya est谩 puesta, y
es Cristo Jes煤s Sobre este cimiento se puede construir con oro, plata,
piedras preciosas, madera, ca帽a o paja. [13] Un d铆a se ver谩 el trabajo
de cada uno. Se har谩 p煤blico en el d铆a del juicio, cuando todo sea
probado por el fuego. El fuego, pues, probar谩 la obra de cada uno. [14]
Si lo que has construido resiste al fuego, ser谩s premiado. [15] Pero si
la obra se convierte en cenizas, el obrero tendr谩 que pagar. Se salvar谩,
pero no sin pasar por el fuego." Dado que este pasaje presenta
considerables dificultades, es visto por muchos de los Padres y te贸logos
como evidencia de la existencia de un estado intermedio en el cual la
basura de trasgresiones livianas ser谩n quemadas y de este modo, el alma
purificada ser谩 salvada. Esto, de acuerdo a Belarmino (De Purg., I,5) es
la interpretaci贸n mas com煤nmente dada por los Padres y te贸logos; y cita
para tales efectos:
- San Ambrosio (comentario sobre el texto, y Sermo XX en Ps. CXVII),
- San Jer贸nimo, (Com. en Am贸s, c. 4),
- San Agust铆n (Com. en Ps. 38),
- San Gregorio (Dial., IV, XXXIX), y
- Or铆genes (Hom. VI en Exod.).
Ver tambi茅n a Santo Tom谩s "Contra Gentes,", IV, 91. Ver Atzberger
sobre una discusi贸n del problema exeg茅tico en "Die christliche
Eschatologie", p. 275.
Tradici贸n
Esta doctrina que muchos que han muerto a煤n est谩n en un lugar de
purificaci贸n y que las oraciones valen para ayudar a los muertos es
parte de la tradici贸n cristiana m谩s antigua. Tertuliano
en "De corona militis" menciona las oraciones para los muertos como una
orden apost贸lica y en "De Monogamia" (cap. x, P. L., II, col. 912)
aconseja a una viuda
"orar por el alma de su esposo, rogando por el descanso y participaci贸n
en la primera resurrecci贸n"; adem谩s, le ordena " hacer sacrificios por
茅l en el aniversario de su defunci贸n," y la acus贸 de infidelidad si ella
se negaba a socorrer su alma. Esto estableci贸 un claro h谩bito de la
Iglesia desde San Cipriano
quien (P. L. IV, col. 399) prohibi贸 las oraciones habituales para quien
ha violado la ley eclesi谩stica. "Nuestros predecesores prudentemente
aconsejaron que ning煤n hermano, que deja esta vida, debe nombrar a
ninguna persona de la Iglesia como su ejecutor; y de hacerlo, no se debe
realizar ning煤n sacrificio por 茅l ni ofrenda por su reposo." Mucho
tiempo antes de Cipriano, Clemente de Alejandr铆a
hab铆a tratado de resolver el problema del estado o condici贸n del hombre
que, reconciliado con Dios en su lecho de muerte, no tuvo el tiempo
necesario para completar la penitencia debida a su trasgresi贸n. Su
respuesta es: "el creyente a trav茅s de la disciplina se despoja de sus pasiones
y pasa a una mansi贸n donde es mejor que el anterior, pasa por el m谩s
gran tormento, tomando con 茅l la caracter铆stica de arrepentimiento por
las faltas que pudo haber cometido luego del bautismo.
El es entonces, torturado a煤n m谩s, no obteniendo a煤n lo que el ve que
otros han adquirido. Los mayores tormentos son asignados al creyente,
porque la virtud de Dios es buena y Su bondad, correcta, y aunque estos
castigos cesan durante el curso de la expiaci贸n y purificaci贸n de cada
quien, "a煤n" etc. (P. G. IX, col. 332).
Con Or铆genes, la doctrina del purgatorio es muy clara. Si un
hombre deja esta vida con faltas peque帽as, es condenado al fuego que
quema los materiales peque帽os, y prepara el alma para el Reino de Dios,
donde no puede entrar nada manchado. "Porque si sobre la base de
Cristo, haz construido no s贸lo oro y plata sino piedras preciosas (1
Cor. 3); sino tambi茅n madera, ca帽a o paja ¿qu茅 es lo que esperas cuando
el alma sea separada del cuerpo? ¿Entrar铆as al cielo con tu madera y
ca帽a y paja y de este modo manchar el reino de Dios? ¿ o en raz贸n de
estos obst谩culos podr铆as quedarte sin recibir premio por tu oro y plata y
piedras preciosas? Ninguno de estos casos es justo. Queda entonces, que
ser谩s sometido al fuego que quemar谩 los materiales livianos; para
nuestro Dios, a aquellos que pueden comprender las cosas del cielo est谩
llamado el fuego purificador”.
Pero este fuego no consume a la creatura, sino lo que ella ha
construido, madera, ca帽a o paja. Es manifiesto que el fuego destruye la
madera de nuestras trasgresiones y luego nos devuelve con el premio de
nuestras grandes obras." (P. G., XIII, col. 445, 448).
La pr谩ctica apost贸lica de orar por los muertos la cual pas贸 a la liturgia de la Iglesia, fue tan clara en el siglo IV como lo es en el XX. San Cirilo de Jerusal茅n
(Catechet. Mystog., V, 9, P.G., XXXIII, col. 1116) escribe al describir
la liturgia: "Entonces oramos por los Santos Padres y Obispos que han
muerto; y brevemente por todos aquellos que han dejado esta vida en
nuestra comuni贸n; creyendo que las almas de aquellos por quienes oramos
reciben un gran alivio, mientras esta santa y tremenda v铆ctima yace en
el altar." San Gregorio de Niza (P. G., XLVI, col. 524, 525) declara que las debilidades del hombre son purgadas en esta vida a trav茅s de la oraci贸n
y sabidur铆a, o son expiadas en la pr贸xima a trav茅s del fuego limpiador.
" Cuando el renuncia a su cuerpo y la diferencia entre la virtud y el vicio
es conocida, no puede acercarse a Dios hasta no haber purgado con fuego
que limpia las manchas con las cuales su alma est谩 infectada. Ese mismo
fuego en otros cancelar谩 la corrupci贸n de materia y la propensi贸n al mal".
M谩s menos en los mismos tiempos, la Constituci贸n Apost贸lica nos entrega
los formularios usados para socorrer a los muertos. "Oremos por
nuestros hermanos que durmieron en Cristo, que Dios en su amor por los hombres reciba el alma del que parti贸 y le perdone todas sus faltas, y por misericordia y clemencia lo reciba en el seno de Abraham, junto con aquellos que, en esta vida, han agradado a Dios" (P. G. I, col. 1144). Tampoco podemos omitir el uso de los d铆pticos donde son inscritos los nombres de los muertos; y este recordatorio por los nombres en los misterios sagrados (una pr谩ctica desde los Ap贸stoles) fue considerada por San Juan Cris贸stomo
como la mejor forma de aliviar a los muertos (En I Ad Cor., Hom. XLI,
n. 4, G., LXI, col. 361, 362). Las ense帽anzas de los Padres, y las
f贸rmulas usadas en la liturgia de la Iglesia, encuentran su expresi贸n en los monumentos m谩s antiguos del cristianismo,
particularmente en aquellos contenidos en las catacumbas. En las tumbas
de los creyentes se inscrib铆an palabras de esperanza, palabras de
petici贸n por su paz y descanso; y en la medida que se acercaban los
aniversarios, se reun铆an los creyentes alrededor de las tumbas de los
muertos para interceder por aquellos que se hab铆an marchado. En el
fondo, esto no es nada menos que la fe expresada en el Concilio de Trento (Ses. XXV, "De Purgatorio"), y para esta fe, las inscripciones en las catacumbas eran con seguridad, testigos. En el siglo IV en Occidente, Ambrosio insiste en su comentario a San Pablo
(1 Cor. 3) en la existencia del purgatorio, y en su oraci贸n funeraria
maestra (De obitu Theodosii), donde oraba por el alma del emperador que
hab铆a partido: " Da, Oh Se帽or, descanso a Tu servidor Teodosio, aquella
paz que T煤 has preparado para tus santos....Lo amaba, por eso lo seguir茅
a la tierra de los vivos; no lo dejar茅 hasta que por mis oraciones y
lamentaciones sea admitido en el santo monte del Se帽or, a quien sus
m茅ritos llama" (P. L., XVI, col. 1397).
San Agust铆n
es a煤n m谩s claro que su maestro. Describe dos condiciones de los
hombres: "algunos son aquellos que han partido de esta vida no tan mal
como para no merecer misericordia, ni tan buenos como para merecer la felicidad
inmediata" etc, y en la resurrecci贸n, dice, habr谩 algunos quienes han
pasado por estas penas de las cuales los esp铆ritus de los muertos son
responsables" (De Civ. Dei, XXI, 24). Es as铆 como, al final del siglo IV
no s贸lo (1) encontramos oraciones por los muertos en todas las
liturgias, sino que los Padres afirmaron que tal pr谩ctica era de los
mismos Ap贸stoles; (2) aquellos que son ayudados por las oraciones de los
creyentes y por la celebraci贸n de los Sagrados Misterios, est谩n en un
lugar de purgaci贸n; (3) desde donde una vez purificados, ser谩n
"admitidos en el Sagrado Monte del Se帽or". Esta tradici贸n patr铆stica
es tan clara, que aquellos que no creen en el purgatorio no han sido
capaces de presentar ninguna seria dificultad de los escritos de los
Padres. Los pasajes citados, por el contrario, ya sea que no tocan el
tema del todo, o son tan carentes de claridad que no pueden desalinear
la perfectamente abierta expresi贸n de la doctrina como se encuentra en
los mismos Padres quienes son citados como sosteniendo opiniones
contrarias (Bellarmine "De Purg.", lib. I, cap. XIII).
Duraci贸n y Naturaleza
Duraci贸n
Las mismas razones que fundamentan la existencia del purgatorio, dan
testimonio de su car谩cter pasajero. Oramos y ofrecemos sacrificios por
las almas de all铆 que "Dios en su misericordia puede perdonar las faltas
y recibirlas en el seno de Abraham." (Const. Apost., P. G., I col.
1144); y Agust铆n (De Civ. Dei, lib. XXI, cap.XIII y XVI) declara que el
castigo del purgatorio es temporal y cesar谩 al menos en el Juicio Final.
"Aunque los castigos temporales ser谩n sufridos por algunos solo en esta
vida, por otros luego de la muerte y por otros en ambos; pero todos
antes del mas estricto y final juicio".
Naturaleza del Castigo
Queda claro en las Escrituras y por los Padres citados m谩s arriba,
que las almas de aquellos por cuya paz se ofrece sacrificio, quedan
hasta el momento impedidas de la visi贸n de Dios. "No eran tan buenas
como para merecer la felicidad eterna". A煤n as铆, para ellas "la muerte
es el t茅rmino no de la naturaleza, sino del pecado" (Ambrosio, "De obitu
Theodos."); y esta inhabilidad para pecar les asegura su felicidad
final. Esta es la posici贸n cat贸lica proclamada por Le贸n X en la Bula "Exurge Domine" la cual condena los errores de Mart铆n Lutero.
¿Est谩n las almas detenidas en el purgatorio conxcientes que su
felicidad es aplazada por un tiempo o puede a煤n estar en duda en
relaci贸n a su salvaci贸n
final?. Las antiguas liturgias y las inscripciones en las catacumbas
hablan de un "sue帽o de paz" lo cual ser铆a imposible si hubiera dudas de
la salvaci贸n final. Algunos de los Doctores de la Edad Media
planteaban que la incertidumbre de la salvaci贸n es uno de los castigos
severos del purgatorio (Bellarmino, "De Purgat." lib. II, cap. iv);
aunque esta opini贸n no encuentra cr茅dito general entre los te贸logos del
per铆odo medieval, tampoco es posible bajo la luz de la fe un juicio
particular. San Buenaventura
no da como la raz贸n de la eliminaci贸n de este temor y de incertidumbre,
la convicci贸n 铆ntima que ya no pueden pecar m谩s (lib. IV, dist. XX,
p.1, a.1 q. IV): "Est evacuatio timoris propter confirniationem liberi
arbitrii, qua deinceps scit se peccare non posse" (El miedo es echado
fuera por la fortaleza
de la voluntad por la cual el alma sabe que no puede volver a pecar) y
Santo Tom谩s (dist. XXI, q.I, a.1) que dice: "nisi scirent se esse
liberandas suffragia non peterent" (a no ser que hubieran sabido que
ser铆an liberados, no pedir铆an oraciones).
M茅rito
En la Bula "Exurge Domine" Le贸n X condena la proposici贸n (n. 38) "Nec
probatum est ullis aut rationibus aut scripturis ipsas esse extra
statum merendi aut augendae caritatis" (No hay prueba
racional o por las Escrituras que ellas (las almas del purgatorio) no
puedan merecer o aumentar en caridad). Para ellas, "la noche ha llegado
donde ning煤n hombre puede trabajar" y la tradici贸n cristiana siempre ha
considerado que s贸lo en esta vida puede trabajar para beneficio de su
propia alma. Los Doctores de la Edad Media mientras acordaban que 茅sta
vida es el momento para el m茅rito y aumento de la gracia,
a煤n algunos con Santo Tom谩s parecen cuestionar si acaso pudiera haber
alg煤n premio no esencial que las almas del purgatorio pudieran merecer
(IV, dist. XXI, q. I, a. 3). Belarmino cree que en esta materia, Santo
Tom谩s cambi贸 su opini贸n y se refiere a una declaraci贸n del mismo Santo
Tom谩s ("De Malo", q. VII, a. 11). Sea cual sea la mente del Doctor
Ang茅lico, los te贸logos acuerdan que no es posible ning煤n m茅rito en el
purgatorio y si hay objeciones que las almas logran m茅ritos por las
oraciones, Belarmino dice que tales oraciones valen ante Dios por m茅rito
ya adquirido "(Solum impetrant ex meritis praeteritis quomodo nunc
sancti orando) pro nobis impetrant licet non merendo" (Valen s贸lo en
virtud de m茅ritos pasados as铆 como aquellos que hoy son santos
interceden por nosotros no por m茅rito sino por oraci贸n.) (loc. cit. II,
cap. III).
Fuego del Purgatorio
Besario,
en el Concilio de Florencia argument贸 en contra de la existencia de un
real fuego del purgatorio, y los griegos estaban seguros que la Iglesia
Romana nunca hab铆a emitido ning煤n decreto
dogm谩tico sobre tal tema. En Occidente, la creencia en la existencia
del fuego real es com煤n. Agust铆n en Ps.37 n.3, habla del dolor que el
fuego del purgatorio produce, como m谩s severo que ninguna cosa puede
sufrir un hombre en esta vida, "gravior erit ignis quam quidquid potest
homo pati in hac vita" (P. L., col. 397). Gregorio el Grande habla de
aquellos que, despu茅s de esta vida "expiar谩n sus faltas con flamas del
purgatorio" y agrega "que el dolor ser谩 m谩s intolerable que ninguno en
esta vida" (Ps.3 Poenit, n. 1). Siguiendo los pasos de Gregorio, Santo
Tom谩s ense帽a (IV, dist. XXI, q I(, a1) que aparte de la separaci贸n del
alma de la vista de Dios, hay otro castigo del fuego. "Una poena damni,
in quantum scilicet retardantur a divina visione; alia sensus secundum
quod ab igne punientur", y San Buenaventura no solo concuerda con Santo
Tom谩s, sino que agrega (IV, dist. XX, p.1, a.1, q. II) que este castigo
con fuego es m谩s severo que ning煤n castigo que le llegue al hombre en
esta vida";"Gravior est oinni temporali poena. quam modo sustinet anima
carni conjuncta". Los Doctores no saben c贸mo este fuego afecta a las
almas de los que partieron y, en tales materias es bueno reparar las
advertencias del Concilio de Trento al ordenar a los obispos
"excluir de sus sermones cuestiones dif铆ciles y perspicaces que no
tienden a la edificaci贸n y de cuya discusi贸n no aumenta ni la piedad ni la devoci贸n" (Sess. XXV, "De Purgatorio").
Socorro a los Muertos
Las Escrituras y los Padres, ordenan oraciones y oblaciones por los
que han partido y el Concilio de Trento (Sess. XXV, "De Purgatorio") en
virtud de esta tradici贸n no s贸lo afirma la existencia del purgatorio
sino que agrega "que las almas que est谩n all铆 detenidas, son ayudadas
por los votos de los creyentes y principalmente por el aceptable
sacrificio del altar". La ense帽anza cristiana m谩s antigua es que
aquellos en la Tierra a煤n est谩n en comuni贸n con las almas del
purgatorio, y que los vivos ayudan a los muertos con sus oraciones y
queda claro de la tradici贸n descrita m谩s arriba. Que el Santo Sacrificio
era ofrecido por los que han partido fue recibido por la Tradici贸n
Cat贸lica incluso en los tiempos de Tertuliano y Cipriano, y que las
almas de los muertos son ayudadas particularmente "mientras la sagrada
v铆ctima yace en el altar" es una expresi贸n de SanCirilo de Jerusal茅n
citada anteriormente. Agust铆n (Serm. Clxii, n.2) dice que "las
oraciones y limosnas del creyente, el Santo Sacrificio del Altar ayuda
al creyente que parti贸 y mueve al Se帽or a manejarlos con misericordia y
bondad y, agrega, "Esta es la pr谩ctica de la Iglesia universal
facilitada por los Padres". Ya sea que nuestras obras de satisfacci贸n
realizados en pro de los muertos los beneficia puramente por la
benevolencia y piedad de Dios o ya sea que Dios se obliga en justicia
aceptar nuestra expiaci贸n sustitutiva, no es una cuesti贸n ya
determinada. Su谩rez piensa que la aceptaci贸n es una aceptaci贸n de
justicia, y afirma la pr谩ctica com煤n de la Iglesia que une juntos a los
vivos con los muertos sin ning煤n tipo de discriminaci贸n (De poenit.,
disp. XLVIII, 6, n. 4).
Indulgencias
El Concilio de Trento (Sess. XXV) define que las indulgencias son
"muy saludables para los cristianos" y que su "uso es para ser mantenida
en la Iglesia". La ense帽anza m谩s com煤n de los te贸logos cat贸licos es que
las indulgencias pueden ser aplicadas a las almas detenidas en el
purgatorio; y que las indulgencias est谩n disponibles para ellos "por
medio del voto" (per modum suffragii).(1) Agust铆n (De Civ. Dei, XX, IX)
declara que las almas de los creyentes que han partido no est谩n
separadas de la Iglesia, la cual es el Reino de Cristo, y por esta raz贸n
las oraciones y votos de los vivos son de ayuda para los muertos.
"Entonces, si" - argumenta Belarmino (De indulgentiis, XIV) "podemos
ofrecer nuestras oraciones y satisfacciones en pro de aquellos detenidos
en el purgatorio, porque somos miembros del gran cuerpo de Cristo
¿porqu茅 la Vicar铆a de Cristo no aplica a las mismas almas la
superabundante satisfacci贸n de Cristo y sus santos- de los cuales El es
su dispensador?" Esta es la doctrina de Santo Tom谩s (IV, Sent., dist.
Xls, q. II, a.3 q.2) quien afirma que las indulgencias benefician
principalmente a la persona que realiza la obra por la cual es dada la
indulgencia, y secundariamente puede servir igual para los muertos, si
la forma en la cual la indulgencia es otorgada es enunciada como capaz
de tal interpretaci贸n, y agrega "tampoco hay raz贸n alguna por la que la
Iglesia no disponga de sus tesoros de m茅ritos en favor de los muertos,
como seguramente dispone en relaci贸n a los vivos". (2) San Buenaventura
(IV, Sent., dist. Xx, p.2, q.v) concuerda con Santo Tom谩s pero agrega
que tal "relajaci贸n no puede darse bajo la forma de absoluci贸n como en
el caso de los vivos, sino s贸lo en la forma de voto (Haec non tenet
modum judicii, sed potius suffragii). Esta opini贸n de San Buenaventura,
que la Iglesia a trav茅s de su Pastor Supremo no absuelve jur铆dicamente
las almas en el purgatorio del castigo debido a sus pecados, es la
ense帽anza de los Doctores. Ellos se帽alan (Gratian, 24 q. II, 2, can.1)
que en el caso de aquellos que han partido de esta vida el juicio est谩
reservado a Dios; ellos afirman la autoridad de Gelasio
(Ep. ad Fausturn; Ep. ad. Episcopos Dardaniae) en apoyo de su argumento
(Graciano ibid), y tambi茅n insisten que los Pont铆fices Romanos cuando
otorgan indulgencias que son aplicables a los muertos, agregan la
restricci贸n "per MODEM suffragii et deprecationis". Esta frase se
encuentra en la Bula de Sixto IV
"Romani Pontificis pr贸vida diligentia", 27 de Nov., 1447. La frase "per
modum suffragi et deprecationis" ha sido interpretada de varias maneras
(Belarmino, "De Indulgentiis" p. 137). Belarmino mismo dice: "La
opini贸n verdadera es que las indulgencias valen como votos,
porque ellas valen no para modelar una absoluci贸n jur铆dica 'quia non
prosunt per modum juridicae absolutionis'." Pero, de acuerdo al mismo
autor, el voto de los creyentes vale por momentos "per modum meriti
congrui" (por v铆a del m茅rito), y en otros momentos, "per modum
impetrationis" (por medio de s煤plica) a veces "per modum satisfactionis"
(por medio de satisfacci贸n); pero cuando se trata de aplicar una
indulgencia a alguien en el purgatorio s贸lo es "per modum suffragii
satisfactorii" y por esta raz贸n "el Papa
no absuelve el alma en purgatorio del castigo debido al pecado, sino
que ofrece a Dios lo que sea necesario de sus tesoros para la
cancelaci贸n de este castigo". Si la cuesti贸n continuara si tal
satisfacci贸n es aceptada por Dios por piedad y benevolencia, o "ex
justitia", los te贸logos no est谩n de acuerdo - algunos sostienen una
opini贸n, otros otra. Belarmino luego de examinar ambos lados (pp. 137,
138) no osa establecer "ninguna opini贸n sino que se inclina a pensar que
los primeros son m谩s razonables mientras que se pronuncia que los
煤ltimos est谩n mas en armon铆a con la misericordia ("admodum pia").
Condici贸n
Para que una indulgencia pueda beneficiar a aquellos en el purgatorio, se requieren varias condiciones:
- La indulgencia debe ser otorgada por el Papa.
- Debe haber suficiente raz贸n para otorgarla, la indulgencia y su raz贸n deben incumbir a la gloria de Dios y utilidad de la Iglesia, no solamente para ser m谩s 煤tiles para las almas del purgatorio.
- La obra p铆a ordenada debe ser como en el caso de las indulgencias para los vivos.
Si el estado de gracia no es una condici贸n
requerida, con toda probabilidad la persona que desempe帽a la obra puede
ganar la indulgencia para los muertos, incluso si el mismo no est茅 en
amistad con Dios (Belarmino, loc. Cit., p.139). Su谩rez (De Poenit.,
disp. HI, s.4, n.5 y 6) establece esto categ贸ricamente cuando dice:
"Status gratiae solum requiritur ad tollendum obicem indulgentiae" (el
estado de gracia es solo requerido para remover alg煤n estorbo a la
indulgencia), y en el caso de las almas sagradas, no puede haber
impedimento. Esta ense帽anza deslinda con la doctrina de la Comuni贸n de los Santos y los monumentos de las catacumbas representan los santos y m谩rtires como intercesores con Dios por los muertos. Tambi茅n las oraciones de las antiguas liturgias hablan de Mar铆a y los santos intercediendo por aquellos que se han ido de esta vida. Agust铆n cree que el entierro en una bas铆lica
dedicada a un sagrado m谩rtir es de valor para un muerto, porque
aquellos que recuerdan su memoria que ha sufrido recomendar谩 a las
oraciones del m谩rtir el alma de aquel que ha dejado esta vida
(Belarmino, lib. II, xv) En el mismo lugar, Belarmino acusa a Domingo A.
Soto de imprudencia porque niega esta doctrina.
Invocaci贸n de las almas
¿Oran por nosotros las almas en el purgatorio? ¿Podemos pedir su
intervenci贸n en nuestras necesidades? No hay una decisi贸n respecto a
este tema en la Iglesia, tampoco los te贸logos se han pronunciado
definitivamente en relaci贸n a la invocaci贸n de las almas en el
purgatorio y su intercesi贸n por los vivos. En las antiguas liturgias, no
hay oraciones de la Iglesia dirigidas a aquellos que a煤n est谩n en el
purgatorio. En las tumbas de los primeros cristianos lo m谩s com煤n es
encontrar una oraci贸n o s煤plica pidiendo que quien parti贸 interceda ante
Dios por los amigos sobrevivientes, aunque estas inscripciones siempre
parecen suponer que quien parti贸 ya est谩 con Dios. Santo Tom谩s
(II-II:83:11) niega que las almas en el purgatorio oren por los vivos y
establece que no est谩n en posici贸n de orar por nosotros, sino al rev茅s,
nosotros debemos interceder por ellos. A pesar de la autoridad de Santo
Tom谩s, muchos renombrados te贸logos sostienen que las almas en el
purgatorio realmente oran por nosotros y que podemos invocar su ayuda.
Belarmino (De Purgatorio, lib. II, XV) dice que la raz贸n aludida por
Santo Tom谩s no es del todo convincente y sostiene que en virtud de su
mayor amor de Dios y su uni贸n con El sus oraciones pueden tener mayor
poder de intercesi贸n, porque son realmente superiores en amor de Dios y
de intimidad de uni贸n con El. Su谩rez (De poenit., disp. XLVII, s. 2, n.
9) va m谩s all谩 y afirma "que las almas del purgatorio son sagradas y
amadas por Dios, que nos aman con amor verdadero y est谩n atentas a
nuestros deseos; que conocen de modo general nuestras necesidades y
nuestros peligros y cu谩n grande es nuestra necesidad de ayuda y gracia
Divina".
Al plantearse la cuesti贸n de invocar las oraciones de aquellos en
el purgatorio, Belarmino (loc. Cit) piensa que es superfluo,
ordinariamente hablando, porque ellos ignoran nuestras circunstancias y
condiciones. Esta opini贸n es discordante con la opini贸n de Su谩rez, quien
admite conocimiento al menos en una forma general, tambi茅n con la
opini贸n de muchos te贸logos modernos quienes plantean la hoy com煤n
pr谩ctica en casi todos los creyentes de dirigir sus oraciones y
peticiones en ayuda de aquellos que a煤n est谩n en un lugar de purgaci贸n.
Scavini (Theol. Moral., XI, n. l74) no encuentra razones porqu茅 las
almas detenidas en el purgatorio, no pudieran orar por nosotros, incluso
que oremos los unos por los otros. El afirma que esta pr谩ctica ha sido
com煤n en Roma y tiene el gran nombre de San Alfonso
en su favor. San Alfonso en su obra "Grandes Medios de Salvaci贸n"
cap铆tulo I, III, 2 luego de citar a Silvio, Gotti, Lessius y Medina como
favorables a esta opini贸n, concluye: "de este modo las almas en
purgatorio, siendo amadas por Dios y confirmadas en gracia, no tienen
absolutamente ning煤n impedimento que evite que oren por nosotros. A煤n
as铆, la Iglesia no los invoca o implora su intercesi贸n porque
ordinariamente no tienen conocimiento de nuestras oraciones. Pero
podemos p铆amente creer que Dios les da a conocer nuestras oraciones".
El sostiene tambi茅n la autoridad de Santa Catalina de Bolonia quien "siempre que ella dese贸 alg煤n favor apelaba a las almas en purgatorio y era inmediatamente escuchada"
Utilidad de la oraci贸n por los difuntos
Es materia de fe tradicional de los cat贸licos,
que las almas en el purgatorio no est谩n separadas de la Iglesia y que
el amor que es el lazo de uni贸n entre los miembros de la Iglesia debe
abrazar a aquellos que han dejado esta vida en la gracia de Dios. Por lo
tanto, dado que nuestras oraciones y sacrificios pueden ayudar a
aquellos que a煤n esperan en el purgatorio, los santos no han dudado en
advertirnos que tenemos un real deber hacia aquellos que a煤n exp铆an en
el purgatorio. La Santa Iglesia a trav茅s de la Congregaci贸n para las
Indulgencias, el 18 de diciembre de 1885 ha conferido una bendici贸n
especial a los as铆 llamados "actos heroicos" en virtud de los cuales "
un miembro militante de la Iglesia ofrece a Dios por las almas en
purgatorio, todas las buenas obras que realizar谩 durante su vida y
tambi茅n todos los votos que pudiesen acumularse despu茅s de su muerte"
(Acto Heroico, vol VII, 292). La pr谩ctica de devoci贸n a los muertos es
tambi茅n consoladora para la humanidad y eminentemente apropiado de una
religi贸n que secunda todos los m谩s puros sentimientos del coraz贸n
humano. "Dulce" dice el Cardenal Wiseman
(clase XI), "es el consuelo del hombre que est谩 muriendo quien,
conciente de su imperfecci贸n, cree que hay otros que interceder谩n por
茅l, cuando su propio tiempo de m茅ritos haya expirado; es un calmante
para los afligidos sobrevivientes pensar que poseen medios poderosos
para mitigar a sus amigos. En los primeros momentos de dolor, este
sentimiento a menudo subyugar谩 el prejuicio religioso, derribando al no
creyente poni茅ndolo de rodillas al lado de los restos de su amigo y
arrebatar de 茅l una inconsciente oraci贸n por su descanso, siendo esto un
impulso de la naturaleza la cual, por el momento, ayudada por las
analog铆as de la verdad revelada, atrapa inmediatamente esta creencia
consoladora. Pero esto es solo una fugaz y melanc贸lica luz, mientras
que el sentimiento cat贸lico, regocij谩ndose, aunque con solemne
oscuridad, se asemeja a la l谩mpara infalible, de la cual la piedad de
los antiguos se dice que ha estado suspendida ante los sepulcros de sus
muertos".
Fuente': Hanna, Edward. "Purgatory." The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. <http://www.newadvent.org/cathen/12575a.htm>.
Traducido por Carolina Eyzaguirre Arroyo.
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